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TAN INSOPORTABLE COMO EMÉTICA
Película Septiembre dice
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha técnica |
Vídeo |
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La hermandad entendida como concepto de unión entre los personajes cinematográficos potencia el peso argumental de una película extrema. Este nexo umbilical empantanado en su exceso existe en la ópera prima de Ariane Labed (conocida por sus apariciones en Alps o El brutalista. Se crea una relación de codependencia maligna, supuestamente sustraída de Sisters, la novela escrita por Daisy Johnson. Esto debería suponer un acicate para interesarse por la historia que se convierte en camino a ninguna parte, donde sus protagonistas se pierden en un deambular marcado por el desarraigo social. La atmósfera brillante se deja llevar por vientos enloquecidos que hacen del conflicto social el arranque de un choque rodeado de fealdad escénica. Sin traicionar una gestación lineal, aquello que podría haberse desarrollado más allá del acoso escolar y los problemas familiares de una convivencia doméstica desestructurada acaba quebrando su brecha inicial sin que el final resulte sorpresivo. Y, en cierto sentido, es catártico para todo lo que se ha venido padeciendo durante este metraje.
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La relación afectiva entre hermanas crea un vínculo cerrado como dominante y dominada. Julio es la parte débil, más femenina, de personalidades opuestas y extremidades que responden casi por igual a los mismos estímulos. Septiembre es la porción extrovertida del binomio, guerrera de la desobediencia justificada con su rebeldía. Julio sigue los pasos marcados, y exigidos, por una hermana manipuladora que llega a convertirse en repelente, odiosa, nunca espeluznante ni conmovedora. Dos hermanas que viven una relación en la que la más débil se somete a las intenciones de la fortaleza sádica (Septiembre). La presencia de una madre metida en su burbuja de emprendedora casera no aporta contenido interesante ni hace fijarse en una presencia acartonada. Durante uno de sus ensayos jugando a Annie Leibovitz el espectro de Stanley Kubrick aparece en sus hijas actuando de modelos pintarrajeadas, causando más risa que pánico. Es un personaje sobrante interesado en el orgasmo rápido preocupado por la depilación de su pubis en vez de disfrutar el momento. El despertar sexual de Julio lanza esperanzas sobre el acercamiento a una mirada sensual y amistosa. El miedo de la dominada por ser descubierta y el acoso dominante que rompe la irrupción de cualquier conexión sentimental externa destruyen la posibilidad de cambio. |
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La incomodidad se apodera de la pantalla entre gruñidos cargantes, la necesidad incomprensible por el cultivo de gusanos como mascotas de un terrario que terminara sus días de forma insospechada. El cambio de escenario con el traslado a la costa irlandesa no da una oportunidad a la transformación que sorprenda, atraiga o haga sentir respeto por actrices y directora. Todo se enfanga más en un intento por aumentar esa sensación levantisca que marca la genética de Septiembre dice. Aunque Ariane Labed quiera acercarse al cine ácido de su marido, el griego Giórgos Lánthimos, no se le parece ni por asomo. Lo fantasmagórico pretende venderse como vomitivo y el relato repulsivo y surrealista como cuento gótico. |
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