Winsor McCay fue el primer historietista en presentar a un personaje con personalidad propia en 1914. El protagonista de
Gertie the Dinosaur fue el dibujo animado pionero en ser creado utilizando
key frame. Tuvimos que esperar hasta 1964 para que
Robert Stevenson presentara
Mary Poppins como largometraje comercial aventajado que fusionaban imagen animada con real. La unión entre los conceptos audiovisuales consigue ambientes desenfadados en En
Harold y el lápiz mágico, se desliza como un trazo a carboncillo dentro de un espacio donde grandes y pequeños ríen y sueñan sin esfuerzo. Su mundo está lleno de fantasía y felicidad. Ese hogar se queda pequeño para saltar al espacio real en busca de sensaciones nuevas que no estén guiadas por el lápiz de su creador. El entorno que se abre a sus experiencias convierte el carboncillo en carne y hueso para alejarse del mensaje profundo. La búsqueda es un juego que disfruta encontrando su objetivo: una paternidad sin rostro. El goce del momento se encuentra en el camino, en los monstruos que aparecen, en el egocentrismo de un escritor que no sabe dar rienda suelta a sus sentimientos de forma natural. En su frustración y la obligatoriedad de superarla. En más de una ocasión deberíamos aplicarnos este cuento travieso y dejarnos llevar por el aire de niño que todos tenemos aunque unos lo demuestren más que otros.